Catana Pérez
En nuestra familia, ella fue siempre la mayor.
Hija mayor de Persiles
Ayanes Pérez Méndez y Mercedes Concepción Núñez Santos (Titá); hermana mayor de Ricardo Ayanes,
Pericles Persiles y Luisa Altagracia; nieta
mayor de Ricardo Armando Pérez Medina y de Ana Amantina Méndez Pérez; prima mayor en nuestra familia, que nos
llenaba de orgullo por sus excepcionales dones musicales y artísticos; madre de su única hija, Liúsik Cuello
Pérez, que trajo al mundo junto a su adorado esposo Rafael Amable de Jesús
Cuello Hernández (Rafuchi); y abuela de
su único nieto, Antonio Manuel López Cuello.
Ella cruzó a la otra orilla.
Inició la travesía del río de la vida en Moca, su pueblo natal, un 25 de
noviembre de 1948, día que el Santoral consagra a Santa Catarina. Vino al mundo
en la Clínica Guadalupe, bajo los cuidados del Dr. Antonio Rojas Badía. Nació
extraída de pies, una hermosa niña de ojos verdes, alumbrada por su madre Titá.
Mercedes Catana Sigismunda era su nombre completo. Su padre la declaró con
el nombre de Mercedes por su madre Titá (Mercedes Concepción) y por la Virgen
del Cerro, la madre de los cibaeños; el nombre de Catana fue seleccionado por
tío Ayanes, pues en el mes de septiembre de 1948, se exhibió en el Cine Olimpia
de Ciudad Trujillo la película titulada “Un Capitán de Castilla”, interpretada
por Tyrone Power y Jan Peter. Estaba basada en una novela de un norteamericano
de apellido Shellabarger. La película versaba sobre la conquista de México. Jan
Peter era la heroína de la obra fílmica, en la cual caracterizaba el rol de una
bella moza española, de Jaen, llamada Catana Pérez. Al salir del cine, tío
Ayanes pensó: si Titá alumbra una niña como se espera, ya está escogido su
nombre. (Ver “Mis vivencias en Moca”, de Ayanes Pérez, pp. 231-232).
A los nombres de Mercedes Catana, tío Ayanes le agregó un tercer nombre,
Sigismunda, para cumplir con la obra de Cervantes, “Los trabajos de Persiles y
Sigismunda”, que llevaba su primer nombre (Persiles Ayanes).
Catana fue bautizada por el sacerdote salesiano Sixto Pagani, en la iglesia
en construcción del Sagrado Corazón de Jesús, del cual es devoto tío Ayanes.
Los padrinos bautismales de Catana fueron Persio Villavizar y Altagracia
(Tatica) Cartagena.
“Lo que ignorábamos era que habíamos gestado una criatura musical”, expresa
tío Ayanes. Y explica la siguiente anécdota: “Cuando ya tenía siete meses, Titá
me pasó el biberón de las once para que se lo suministre. Sentado frente al
viejo radio Zenith de mi suegra, mientras libaba de la tetera, comenzó a sonar
en la radio la música de la canción del cubano White, La Bella Cubana. De
pronto, la niña deja de comer e irrumpe en llanto. Sorprendido de tan repentino
lloro, se me ocurre mover el dial, se interrumpe la canción, cesa el llanto y
la niña continúa tomando su leche. Titá, al escuchar el llanto, se acerca y
también luce sorprendida. Por mera curiosidad, a manera de comprobación, sintonizo
nuevamente la melodía y se repite la escena del llanto. Era el preludio de una
vocación recóndita, que volvió a manifestarse en la Navidad en que había
cumplido su cuarto año de nacida”.
Sigue relatando tío Ayanes: El “Niño Jesús” le trajo de presente un piano
de juguete color vino, cuya “vida”, pensé, sería efímera como acontecía con la
mayoría de los juguetes de los niños. Sorpresivamente, menos de un mes después,
la escuchamos tocar, de oídas, la canción que estaba de moda entonces: “Doce Cascabeles”,
popularizada por los Churumbeles de España. Así descubrimos la vocación, parece
que heredada de su ascendencia materna, tanto su madre como su abuela entonaban
cual si leyeran música. Titá tenía una hermosa voz de soprano”. (Cf. Mis
vivencias mocanas, p.233).
Catana comenzó sus estudios escolares y musicales en Moca, en el Colegio
María Auxiliadora, donde hizo el pre-primario con Sor Esther Fuentes. Sus
estudios primarios y de bachillerato los realizó en el colegio Luis Muñoz
Rivera, donde también se graduó de secretaria bilingüe.
Sus estudios formales de piano los comenzó en la Escuela Elemental de
Música, que dirigía la consagrada pianista Elila Mena. Tomó clases de piano con
la profesora Maricusa del Monte. En el Conservatorio Nacional se graduó de
profesora de piano en 1966 siendo
pupila del Maestro Vicente Grisolía y la Maestra Mary Siragusa.
Catana siempre recordaba con júbilo a sus grandes mentores del
Conservatorio: a Flor Marten-Ellis y Aura Marína del Rosario en Solfeo; a Vito
Castorina y Manuel Marino Miniño en Armonía; las inolvidables vivencias
pedagógicas de Gracita Senior de Pellerano; las clases de composición de Manuel
Simó; las exigentes lecciones de Historia de la Música impartidas por Margarita
Luna, complementadas luego por Ramón
Díaz y Francois Bahaud; las lecciones de piano con Mary Siragusa de Geraldes y
las infinitas y memorables horas frente al teclado orientadas por Vicente
Grisolía.
En 1967 participó en el Curso de Verano de la National Music Camp de
Interlochen, en Michigan, donde obtuvo certificados en Piano, Historia de
la Música, Análisis y Coro.
En 1968 asistió al Curso de Dirección de Orquesta que el Maestro Enrique
García Asencio impartió en el Auditorio de Bellas Artes y en 1981 participó en
el Seminario de Interpretación pianística impartido por Alberto Pomeranz.
De 1969 a 1972 hizo, en el Conservatorio de Santa Cecilia, en Roma, un
postgrado de piano con los profesores Pietro Scarpini y Emma Contestable
obteniendo el Título de Piano y Especialidad en Literatura Pianística Italiana.
Había estudiado con una beca que le proporcionó el gobierno italiano. En su
examen final sacó la excelente nota de 9/10.
Ya en 1964, siendo aún estudiante, se presentó junto al pianista Iván
Rodríguez interpretando el concierto para dos pianos y orquesta de Bach contando
con el acompañamiento de la orquesta de Cámara del Conservatorio Nacional de
Música conducida por el Maestro Julio de Windt. En 1971 y en junio de 1972 se
presentó en el auditorio del Conservatorio Santa Cecilia, en Roma, en los
recitales de fin de año con alumnos sobresalientes de postgrado.
El 18 de mayo de 1973 hizo su debut profesional en el Auditorio del Palacio
de Bellas Artes en un recital en el que interpretó obras de Schumann,
Scarlatti, Casella y Chopin. A partir de entonces comenzó una etapa en su vida
musical en la que el arte pianístico y la enseñanza de la música se van uniendo
de tal modo que sus cursos de Apreciación Musical se presentan como verdaderos
recitales didácticos.
En 1985 debutó como solista con la orquesta Camerata Solistas de Santo
Domingo, junto al pianista Iván Domínguez y bajo la dirección del Maestro
Carlos Piantini. En 1986 hizo, con la Orquesta Sinfónica Nacional, el estreno
nacional del concierto para piano y orquesta Op. 20 en fa sostenido menor, de
Alexander Scriabin contando con la dirección del Maestro Berton Dimes y en
febrero de 1998 interpretó junto a la Orquesta Sinfónica Nacional el concierto
en re menor para dos pianos y orquesta de Francois Polenc junto al pianista
Ramón Díaz y contando con la dirección del Maestro Julio de Windt.
Catana
fue una de las personalidades más respetadas de la música dominicana. Fue
designada por el presidente Leonel Fernández, mediante el decreto número
136-07, directora ejecutiva del Museo de la Música Dominicana.
Sus hallazgos como documentalista son
esenciales para conocer la historia de la música en nuestro país, en especial
ese maravilloso y tradicional ritmo del merengue, a cuya comprensión de sus
orígenes aportó a través de una enriquecedora publicación junto al Maestro
Rafael Solano.
Sus estudios de piano le han permitido
ser una exploradora infatigable, y una diestra escritora de opinión
crítica.
Estaba realizando para el Museo de la Resistencia una investigación sobre la
“Música durante la Resistencia Dominicana”, que abarcaba desde 1916 hasta 1978.
La labor de Catana Pérez de Cuello ha sido de gran valor para los amantes
de la música ya que paralelamente a sus presentaciones como instrumentista ha
realizado un constante trabajo de divulgación que incluye, libros didácticos,
crítica musical y artículos musicográficos que aparecen periódicamente en los
más importantes medios escritos del país.
De gran valor fue el programa que junto al Maestro José del Monte Peguero
produce cada semana y que bajo el título de “Música de los tiempos” hace llegar
a gran cantidad de televidentes lo mejor de la música universal, todos los
domingos, a través de Televida, canal 41.
¿Quién no recuerda el magnífico desempeño que realizó como Directora del
Teatro Nacional?
Luis E. Molina dijo de Catana lo siguiente cuando fue nombrada
Directora del Teatro Nacional: “La llegada de Doña Catana Pérez de Cuello a la
Dirección General y Artística del Teatro Nacional ha llenado de regocijo a la comunidad
cultural dominicana, pues más que una directora, es una maestra que siempre ha
buscado llevar la cultura al gran público dominicano, a todo el público,
siempre con una pasión y entrega totales.
El Teatro Nacional no le es ajeno. De hecho, ha llegado a
la dirección luego de haber liderado el meritorio Programa de Apreciación
Musical (PAM), el cual es la continuación de la tarea de una vida. Tuve
conocimiento por primera vez de esta labor cuando ella impartía docencia de una
asignatura homónima, por la cual fue querida y respetada por sus jóvenes
alumnos.
Entre sus planes está abrir el Teatro más allá de su
recinto, como ha dicho, incluyendo programas como el del Politécnico de Santa
Ana (único bachillerato artístico del país). Con este proyecto iniciará la
apertura simbólica de las puertas del Teatro Nacional a un público que no lo
frecuenta, acercándolo a las obras que allí se presentan”.
¿Quién no recuerda el realce que Catana le dio a la Revista TEATRO, siendo
Directora del Teatro Nacional?
¿Cuántas personas disfrutaron desde enero de 2002 cuando Catana comenzó a
impartir en la Sala de la Cultura el módulo “Los estilos musicales”, en el
curso de Apreciación a la Música “Prof. Julio Ravelo”, que realizaba el Teatro
Nacional dentro de sus lineamientos didácticos?
Los cursos impartidos por Catana desde 1973 en universidades, instituciones
estatales y privadas, en clubes culturales y en empresas privadas, fueron
creando toda una generación que amaba y apreciaba la música. Catana dedicó 45
años de su vida a los cursos de Apreciación Musical.
Fue profesora en la UCMM de Santiago, en la PUCMM de Santo Domingo y en la
UNPHU. El 7 de septiembre de este año 2019 hubiera cumplido 49 años de casada
con su alma gemela, su Negri querido, quien se adelantó a cruzar a la otra
orilla el 6 de junio de 2011. Rafuchi fue el amor de su vida, a quien conoció
en sus tiempos de estudiante en el Luis Muñoz Rivera, para muchos años después
reencontrarse en Italia, donde ella estudiaba música y él hacía su doctorado en
Física Nuclear.
Caty, como le decíamos con cariño en la familia, tenía un rostro muy
especial. Ella hablaba con sus ojos chispeantes, tan expresivos, verdes como la
gran esperanza que siempre anidó en su corazón. Su dulce sonrisa, su hablar
cantarino y melodioso.
Pero más que su rostro, hablaba su persona. Ella era auténtica, de una sola
pieza, sincera, leal, respetuosa de la vida y de las personas; maestra innata,
pues nació con el don de la enseñanza, el cual supo cultivar; sabía disfrutar
cada momento; inteligente, culta, analítica; le encantaban los juegos de mesa,
que disfrutaba junto a su familia. Admiradora de las flores y matas, sobre todo
de los flamboyanes y girasoles.
Disfrutó la vida. Por eso irradió alegría, armonía, amor, belleza. Su amor
a la música y su pasión por la educación pueden sintetizar dos de sus grandes
tesoros. ¿Quién no recuerda su paso por el Maternal Montessori, donde Caty
vivió plenamente el placer de la pedagogía, introduciendo en la Apreciación
Musical a los niños de Maternal y Kinder, donde desarrolló como dijo alguna vez
don Julio de Windt “una memorable labor educativa auxiliada por su fértil
imaginación”.
Sintonicé con Catana por muchas razones. Éramos los dos primos mayores y
los dos nietos mayores de Don Ricardo y doña Amantina. Ambos desde temprana
edad éramos lectores voraces; sentimos desde muy jóvenes la vocación por la
educación. Llegué a jugar con ella en el amplio patio de doña Rita, su abuela,
la mamá de Titá. Mi madre Antillana conservaba fotos con Catana desde muy
pequeña y hay dos que aprecio mucho: la primera, donde Antillana carga sobre
los hombros a Catana, con apenas meses de nacida; la segunda, con Catana de 8
años de edad, cuando tío Ayanes se sacó en una rifa la casa donde vivió en el
ensanche La Fe. Ambas fotos aparecen en su libro (pp. 231-232).
Recuerdo cuanto disfruté a Catana cuando le hice una grabación para
preparar el video de exaltación de Gabriel del Orbe en el Templo de la Fama de
la Provincia Espaillat, el 4 de diciembre de 2011.
En el último cumpleaños que le celebramos a mi cuñado Roberto Rodríguez
Mansfield el pasado 29 de junio de este año en su casa campestre de Las Nubes,
en Cambita, fue la última larga conversación que tuve con Catana. A los pocos días,
el 3 de julio, comenzó el proceso acelerado de su enfermedad.
Supo cultivar grandes amistades en diversos círculos familiares, culturales
y artísticos, y les daba seguimiento permanente a sus amigos en diferentes
partes del mundo, a través de Twitter e Instagram.
Caty, Cat, Cata, Catiuska, doña Catana fueron los muchos nombres cariñosos
que le dimos en la familia y sus amistades. A su hogar, ella lo llamaba “el
palazzo”. Su amor de hija, nieta, esposa, madre, abuela, nos marcó a todos.
Recuerdo que yo preparé una hojita especial para la Celebración breve que
hicimos al inaugurar una habitación especial en la casa de tío Ayanes, que
denominó “Rincón Musical Catana Pérez”; allí hay un cuadro especial y una
canción ¨Rosas para ti¨, de Gladys Pérez.
Ayer tarde, fui con Luisa mi hermana, a pasar con Caty lo que no sabíamos
era la última tarde de su vida. Me llamó
la atención su cuerpo: a pesar de que había enflaquecido notablemente, sin
embargo su rostro era el mismo, no sufrió ninguna desfiguración.
Todavía recuerdo tantas cosas que me enseñó en la entonces UCMM de
Santiago, cuando ella dirigía el Coro de esa universidad y yo era parte del
mismo. Sin duda alguna, era una verdadera maestra de la música. Si la memoria
no me falla, Catana dirigía en 1973 el Departamento de Arte y Cultura de la
UCMM.
Quiero resaltar que Catana y Rafuchi se prepararon durante años en Italia.
Rafuchi asistió durante 7 años a la Universita degli Studi di Roma, como físico
nuclear; y Catana en el Conservatorio Santa Cecilia, donde se formó para ser
pianista de conciertos. Sin embargo, pudiendo quedase por Europa, para vivir en
Italia o Alemania, decidieron regresar en agosto de 1972 a su país, sabiendo
que no podrían realizar plenamente sus sueños académicos para los que se
formaron. En la familia, a Catana y Rafuchi le llamábamos “los Zeffirelli”,
mote que creo se los puso nuestro tío Artagnan.
Catana Pérez, como pianista, educadora musical y musicóloga es autora del libro, en dos volúmenes, "El universo de la música", el primer texto sobre la Historia de la música universal producido en República Dominicana, que obtuvo el Premio Anual de Didáctica en 1994; en agosto de 2006 publicó “Sinfonía de ideas en 4 movimientos”, a través de la colección del Banco Central de la República Dominicana; y fue coautora, junto al reconocido maestro dominicano Rafael Solano del importante libro "El merengue, música y baile de la República Dominicana", de la Colección Cultural Verizon, con el que obtuvieron el Premio Nacional Feria del Libro Eduardo León Jiménes 2004, siendo la primera mujer en alcanzar este galardón.
Alguien comentó: “Catana, entendemos,
es ante todo una esteta, una mujer artista, dueña de sí misma, pero
que, no obstante, se aproxima con inocencia a cada estación donde el ser se
hace frágil o fuerte, o viaja de manera itinerante a una cumbre donde se
fortifican las voluntades para no sucumbir ante el vendaval y los infortunios
que traen los necios. De ahí, que como musicóloga haya creado un estilo muy
peculiar de enseñanza: el de narrar -pausadamente y con calidez-
los episodios del arte en torno a los cuales giran sus trabajos de
erudición, y de investigación”.
Otra persona expresaba: “Catana Pérez
representa en nuestro país una de las generaciones más importantes
de maestros que hizo el milagro de que no pereciera en los jóvenes el
amor por la música clásica. Cuidadosamente, como una alondra,
Catana indujo a sus alumnos que asistían a los cursos de apreciación
musical en el Teatro Nacional a despertar su sensibilidad para saber apreciar
el valor de las obras y elogiar los elementos de lo
puro como sustentadores del arte en adicción a la hazaña y a la grandeza
del artista que hace suyo -de manera exclusiva- contar con alegrías o
llantos lo que el mundo desgarradoramente le inspira o lo que descubre del
mundo en el hechizo de las apariencias”.
Es digno de elogio el trabajo de
apreciación musical que Catana desempeñó en el Centro Cultural Babeque a través
de lo que sus mismos alumnos denominaron “Cat Spa Musical (Cat, por Catana).
Como expresara alguien: “Catana Pérez
representa en nuestro país una de las generaciones más importantes
de maestros que hizo el milagro de que no pereciera en los jóvenes el
amor por la música clásica. Cuidadosamente, como una alondra,
Catana indujo a sus alumnos que asistían a los cursos de apreciación
musical en el Teatro Nacional a despertar su sensibilidad para saber apreciar
el valor de las obras y elogiar los elementos de lo
puro como sustentadores del arte en adicción a la hazaña y a la grandeza
del artista que hace suyo -de manera exclusiva- contar con alegrías o
llantos lo que el mundo desgarradoramente le inspira o lo que descubre del
mundo en el hechizo de las apariencias”.
En la Feria Internacional del Libro
2017, le fue dedicada a Catana una calle dentro de la feria, por el Ministerio
de Cultur
En alguna parte leí también de otra
persona que “la vida de Catana se puede biografiar sin máscaras, porque ella es
una protagonista prudente, que nunca se ha dejado desbordar por el egoísmo
o ambición alguna, ni ha solicitado tener un primer plano en
nada, excepto en transmitir la esperanza de manera intensa cuando alguien tiene
la fiebre del desconsuelo o la enfermedad de la desilusión”.
Su último gran proyecto que venía
realizando con un entusiasmo desbordante era el de los “Ángeles de la Cultura”
del Despacho de la Primera Dama, donde Catana venía acercando el universo de la
música a las nuevas generaciones, sobre todo las ubicadas en sectores populares
y en barrios marginados.
Si me
preguntarán mi valoración sobre Catana, yo privilegiaría no a la
pianista-concertista, no a la musicóloga, ni a la excelente investigadora
musical, sino a la brillante educadora musical. Solamente una educadora de
vocación puede decir lo que Caty le expresó a Patricia Solano en una entrevista
que le hizo a través de SIN, el 26 de octubre de 2014, cuando afirmó: “Se
aprende mucho, enseñando”. Los que somos educadores podemos entender esta
afirmación de Catana.
Caty nos espera a todos en la otra orilla, donde estoy
seguro nos recibirá con aquello que ella sabía hacer: una música celestial.
Desde el cielo, Catana
tus ojos siguen brillando,
tu sonrisa siga alegrando
y tu magia musical
nos sigue contagiando.
Ya no necesitas los juegos de mesa
Trivia, Pictionary, Indicios y otros,
Ya no necesitas seguir series interesantes por Netflix
Ni bailar merengues, pues lo hacías muy bien.
Estas en la Casa del Padre,
Has entrado por la puerta del Hijo,
Pues tenías la llave del Espíritu Santo.
Estas en la Casa de la Trinidad,
donde Dios mismo secará tus lágrimas
y te hará participar de la fiesta que no tiene fin.
Te fuiste a la otra orilla,
En la madrugada de este día 12 de septiembre,
Donde la liturgia recuerda el dulce nombre de María.
La Palabra de hoy en la liturgia
Me sirvió de bálsamo consolador en tu partida
Pues nos habla en Colosenses del amor como la unidad consumada,
El salmo 150, es tu salmo preferido,
porque le dicen “la sinfonía de los salmos”,
Que invita a todo ser que alienta que alabe al Señor, y el evangelio de Lucas nos invita
a amar a los enemigos,
hacer el bien a los que nos odian,
bendecir a los que nos maldicen
y orar por los que nos injurian,
a presentar la otra mejilla al que te pegue,
a dejarle también la túnica
al que te quita la capa
a no reclamar al que te lleve lo tuyo,
a tratar a los demás como quieres que ellos nos traten,
a ser compasivos como el Padre es compasivo,
a dar una medida generosa, colmada, rebosante,
porque la medida que usen, la usarán con ustedes.
Cuántas vivencias las de este primo con cuánta ternura las narra; porque la vida de Catana Perez fue una sinfonía perenne en la que a todas las personas que trataba, las hacía bailar a su ritmo. Loor a esta gran maestra y pianista!
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