"El Hijo que Nació en la Luz"
Relato sobre la vida de Guillermo Augusto Rojas Rivas
En una mañana del 10 de noviembre de 2007, en Moca, República Dominicana, nació un niño rodeado de amor, propósito y destino. Su primer suspiro ocurrió dentro del Centro Médico Guadalupe, un lugar que no solo lo vio nacer, sino que más tarde lo vería caminar por sus pasillos como un aprendiz de la vida. Aquel niño fue llamado Guillermo Augusto Rojas Rivas. Y desde entonces, todo en su entorno parecía marcarlo con un símbolo de continuidad, legado y esperanza.
Guillermo es el hijo de Antonio Francisco Rojas Collado y de la recordada Aída Cristina Rivas Brach, y parte esencial de una familia sólida, amorosa y consciente del valor de la educación y el servicio. Tiene cuatro hermanos: su hermano mayor Antonio Francisco Rojas Rivas, su hermana Ana Paulina Rojas Rivas, y las mellizas más pequeñas Anthonela y Ágatha Rojas, quienes con su ternura y espontaneidad aportan dulzura y equilibrio al hogar. Junto a ellos, Guillermo ha aprendido que la familia no solo es raíz, sino también alas.
En su núcleo familiar, ha contado con una presencia luminosa y única: su abuela Meleny Altagracia Collado, a quien no duda en llamar su alma gemela. Entre ambos existe un vínculo invisible, tierno y espiritual. Meleny no solo ha sido abuela, sino refugio, espejo, confidente y guía silenciosa. Es con ella que ha compartido conversaciones profundas, silencios llenos de significado y gestos que solo las almas que se reconocen pueden entender. Guillermo la honra con cada paso, sabiendo que parte de su sensibilidad y firmeza vienen de ese lazo ancestral que los une más allá del tiempo.
Ha crecido rodeado también del amor materno y de la firmeza generosa de Nicole Canahuate, esposa actual de su padre, quien ha desempeñado un papel crucial en su desarrollo. Para Guillermo, Nicole ha sido una presencia constante, amorosa, discreta pero determinante en su formación. Con su ejemplo y acompañamiento, ha sido un apoyo fundamental en el cumplimiento de sus sueños, demostrando que las familias se tejen no solo por la sangre, sino por la entrega diaria.
Desde temprana edad, Guillermo ha sido consciente de que su historia personal está tejida con hilos de generaciones. Lleva con orgullo y responsabilidad los apellidos Rojas, Collado, Rivas y Brache, linajes cargados de sacrificios, servicio, integridad y entrega. Para él, no se trata solo de una herencia genética, sino de una herencia espiritual, social y moral que lo compromete a honrar su origen con acciones, disciplina y propósito.
Desde pequeño, encontró refugio en la lectura, dejando que las palabras le abrieran puertas hacia otros mundos, y descubrió en el arte de pintar una forma de expresar lo que muchas veces el alma no logra decir con palabras. Las paredes de su hogar fueron testigos de su evolución: dibujos cargados de color, ideas y sentimientos colgaban como señales de lo que llevaba dentro.
Durante su paso por la escuela, no solo se destacó por sus notas sobresalientes, sino también por su comportamiento, humildad y su forma de liderar desde la empatía. En su último año fue reconocido como uno de los 10 estudiantes más meritorios, un logro que reafirmó su compromiso con el estudio y la excelencia.
Sin embargo, como todo joven que se está formando, también conoció el dolor silencioso de ser incomprendido. Guillermo vivió en carne propia el bullying, y decidió convertir esa herida en propósito. Hoy se ha transformado en vocero contra el acoso escolar, levantando su voz con firmeza y compasión para inspirar a otros a no callar ni ceder ante la injusticia.
Gracias a los programas internos del Centro Médico Guadalupe, Guillermo vivió desde temprano la experiencia de la responsabilidad profesional. Participó en áreas operativas y administrativas, demostrando madurez, habilidades de comunicación y un sentido de pertenencia admirable. Allí descubrió que servir también es sanar.
Es también miembro activo de la Comunidad de Lectura "Los Laudes", un espacio donde la lectura es más que un hábito: es un acto de conexión con uno mismo, con Dios y con los demás. Guillermo ha hecho de la lectura matutina una herramienta de crecimiento. Actualmente, participa en la Premiación Literaria Anthonela, donde se reconocen no solo las habilidades literarias, sino la coherencia entre lo que se piensa, se siente y se vive.
Inspirado por el legado de su abuelo, el Dr. Guillermo Rojas Mejía, y los proyectos de la Fundación que lleva su nombre, Guillermo ha formado parte de acciones de responsabilidad social que refuerzan su deseo de devolverle a la sociedad parte de lo que ha recibido.
Hoy, con los ojos llenos de futuro, Guillermo ha decidido estudiar Medicina. No como una obligación, sino como un acto de fidelidad a su historia, a su vocación y a los valores que le han sido sembrados. Sueña con hacer exposiciones de pintura, seguir promoviendo hábitos saludables, y algún día decirle a un paciente: “Estoy aquí para ayudarte”, con la certeza de estar cumpliendo su propósito.
Guillermo es resiliencia, es justicia, es disciplina, pero también es ternura, nobleza y generosidad. Es un joven que no se ha dejado seducir por lo fácil, que no necesita alzar la voz para ser escuchado, y que ha entendido que el verdadero liderazgo se construye desde la verdad interior.