viernes, 25 de julio de 2025
lunes, 21 de julio de 2025
Reconocimiento a Guillermo Augusto Rojas Mejía
Palabras
de Agradecimiento
150 Aniversario de la Logia Perseverancia No. 13 y
de la Provincia Espaillat
Reconocimiento a Guillermo Augusto Rojas Mejía
20 de julio de 2025
Oriente de Moca
Honorables autoridades de la provincia Espaillat,
Muy Respetables Hermanos de la Logia Perseverancia No. 13,
Licenciado Carlos Bencosme Sarante, Venerable Maestro,
Julio César Núñez, digno Secretario,
Distinguidísima Doña Milagros Candelier,
Representantes de las instituciones civiles, sociales y culturales aquí presentes,
Estimadas personalidades, familiares, y amigos todos:
Hoy, en nombre de sus tres hijos:
Guillermo Rojas, Luis Rojas y quien les habla, Antonio Rojas, recibimos
con reverencia este reconocimiento que no solo honra la vida de nuestro padre,
el doctor Guillermo Augusto Rojas Mejía, sino que también sella su
nombre en la piedra viva de esta Tierra Sagrada que es la Logia
Perseverancia No. 13.
Desde que cruzamos su umbral, no
caminamos sobre mármol ni historia escrita. Caminamos sobre huellas
invisibles. Huellas de hombres que vivieron con honor, que hicieron de la
virtud su lenguaje y del deber su camino. En este recinto, la historia no se
recuerda: se respira. Y entre ese suspiro profundo que emana de estos
muros, sentimos presente a nuestro padre.
Guillermo Augusto Rojas Mejía vivió
80 años, ejerció su vocación médica durante 50 de ellos, pero su
verdadero servicio a la sociedad comenzó a los 10 años de edad, cuando
ya asumía con madurez el peso del compromiso, el valor del sacrificio y el
llamado de la responsabilidad social.
Fue un estoico moderno. Un
hombre de silencios que no fueron ausencia, sino profundidad. Un hombre cuya ética
inquebrantable no se doblegó ante el cansancio, ni ante la fama, ni ante
los tiempos. Vivió con la convicción de que el deber no se elige: se honra. Con
la firmeza del que sabe que servir es un privilegio sagrado.
Y si hoy celebramos 150 años de
esta Logia y de nuestra amada provincia Espaillat, no podemos dejar de
mencionar al ilustre Carlos María Rojas, de quien nuestro padre fue descendiente
directo y —más aún— una extensión viviente de sus principios. Fue
puente entre épocas, entre ideales, entre generaciones. Fue catalizador y
canalizador de un legado que no debía perderse.
En sus manos nacieron más de
30,000 niños, y en su andar se tejieron incontables historias de consuelo,
orientación y fe. Pero lo que verdaderamente lo hizo eterno fue la
coherencia entre lo que creía, lo que decía y lo que hacía. Fue un hombre
sin doblez. Un servidor sin condiciones. Un ejemplo sin fecha de caducidad.
Como hijos, como discípulos de su
ejemplo, y como herederos de su apellido, no podríamos estar más honrados.
Este homenaje no es solo un acto de memoria. Es una convocatoria a seguir el
camino que él trazó con humildad, con constancia, con firmeza.
Que viva el legado de Guillermo Augusto Rojas
Mejía.
Que viva la Logia Perseverancia No. 13, Tierra Sagrada de virtudes.
Que viva la Provincia Espaillat.
Y que vivan las instituciones que resguardan la memoria de los hombres
justos y las obras que dignifican la existencia.
Muchísimas gracias.
martes, 8 de julio de 2025
Relato sobre la vida de Guillermo Augusto Rojas Rivas
"El Hijo que Nació en la Luz"
Relato sobre la vida de Guillermo Augusto Rojas Rivas
En una mañana del 10 de noviembre de 2007, en Moca, República Dominicana, nació un niño rodeado de amor, propósito y destino. Su primer suspiro ocurrió dentro del Centro Médico Guadalupe, un lugar que no solo lo vio nacer, sino que más tarde lo vería caminar por sus pasillos como un aprendiz de la vida. Aquel niño fue llamado Guillermo Augusto Rojas Rivas. Y desde entonces, todo en su entorno parecía marcarlo con un símbolo de continuidad, legado y esperanza.
Guillermo es el hijo de Antonio Francisco Rojas Collado y de la recordada Aída Cristina Rivas Brach, y parte esencial de una familia sólida, amorosa y consciente del valor de la educación y el servicio. Tiene cuatro hermanos: su hermano mayor Antonio Francisco Rojas Rivas, su hermana Ana Paulina Rojas Rivas, y las mellizas más pequeñas Anthonela y Ágatha Rojas, quienes con su ternura y espontaneidad aportan dulzura y equilibrio al hogar. Junto a ellos, Guillermo ha aprendido que la familia no solo es raíz, sino también alas.
En su núcleo familiar, ha contado con una presencia luminosa y única: su abuela Meleny Altagracia Collado, a quien no duda en llamar su alma gemela. Entre ambos existe un vínculo invisible, tierno y espiritual. Meleny no solo ha sido abuela, sino refugio, espejo, confidente y guía silenciosa. Es con ella que ha compartido conversaciones profundas, silencios llenos de significado y gestos que solo las almas que se reconocen pueden entender. Guillermo la honra con cada paso, sabiendo que parte de su sensibilidad y firmeza vienen de ese lazo ancestral que los une más allá del tiempo.
Ha crecido rodeado también del amor materno y de la firmeza generosa de Nicole Canahuate, esposa actual de su padre, quien ha desempeñado un papel crucial en su desarrollo. Para Guillermo, Nicole ha sido una presencia constante, amorosa, discreta pero determinante en su formación. Con su ejemplo y acompañamiento, ha sido un apoyo fundamental en el cumplimiento de sus sueños, demostrando que las familias se tejen no solo por la sangre, sino por la entrega diaria.
Desde temprana edad, Guillermo ha sido consciente de que su historia personal está tejida con hilos de generaciones. Lleva con orgullo y responsabilidad los apellidos Rojas, Collado, Rivas y Brache, linajes cargados de sacrificios, servicio, integridad y entrega. Para él, no se trata solo de una herencia genética, sino de una herencia espiritual, social y moral que lo compromete a honrar su origen con acciones, disciplina y propósito.
Desde pequeño, encontró refugio en la lectura, dejando que las palabras le abrieran puertas hacia otros mundos, y descubrió en el arte de pintar una forma de expresar lo que muchas veces el alma no logra decir con palabras. Las paredes de su hogar fueron testigos de su evolución: dibujos cargados de color, ideas y sentimientos colgaban como señales de lo que llevaba dentro.
Durante su paso por la escuela, no solo se destacó por sus notas sobresalientes, sino también por su comportamiento, humildad y su forma de liderar desde la empatía. En su último año fue reconocido como uno de los 10 estudiantes más meritorios, un logro que reafirmó su compromiso con el estudio y la excelencia.
Sin embargo, como todo joven que se está formando, también conoció el dolor silencioso de ser incomprendido. Guillermo vivió en carne propia el bullying, y decidió convertir esa herida en propósito. Hoy se ha transformado en vocero contra el acoso escolar, levantando su voz con firmeza y compasión para inspirar a otros a no callar ni ceder ante la injusticia.
Gracias a los programas internos del Centro Médico Guadalupe, Guillermo vivió desde temprano la experiencia de la responsabilidad profesional. Participó en áreas operativas y administrativas, demostrando madurez, habilidades de comunicación y un sentido de pertenencia admirable. Allí descubrió que servir también es sanar.
Es también miembro activo de la Comunidad de Lectura "Los Laudes", un espacio donde la lectura es más que un hábito: es un acto de conexión con uno mismo, con Dios y con los demás. Guillermo ha hecho de la lectura matutina una herramienta de crecimiento. Actualmente, participa en la Premiación Literaria Anthonela, donde se reconocen no solo las habilidades literarias, sino la coherencia entre lo que se piensa, se siente y se vive.
Inspirado por el legado de su abuelo, el Dr. Guillermo Rojas Mejía, y los proyectos de la Fundación que lleva su nombre, Guillermo ha formado parte de acciones de responsabilidad social que refuerzan su deseo de devolverle a la sociedad parte de lo que ha recibido.
Hoy, con los ojos llenos de futuro, Guillermo ha decidido estudiar Medicina. No como una obligación, sino como un acto de fidelidad a su historia, a su vocación y a los valores que le han sido sembrados. Sueña con hacer exposiciones de pintura, seguir promoviendo hábitos saludables, y algún día decirle a un paciente: “Estoy aquí para ayudarte”, con la certeza de estar cumpliendo su propósito.
Guillermo es resiliencia, es justicia, es disciplina, pero también es ternura, nobleza y generosidad. Es un joven que no se ha dejado seducir por lo fácil, que no necesita alzar la voz para ser escuchado, y que ha entendido que el verdadero liderazgo se construye desde la verdad interior.