Soy parte de una generación, que su gestión esta sustentada en la gente, con un tremendo sentido de humanidad y compasión por el individuo. Yo no hablo acerca de empresas, instituciones, fundaciones o patronatos, hablo acerca de individuos y de su habilidad para soñar y crear cambios. Cambios que están sustentados en cinco valores: Patriotismo, Optimismo, Humildad, Justicia y Perseverancia.
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viernes, 27 de septiembre de 2019

HASTA PRONTO, CATANA. TU PRIMO, LUIS MAXIMILIANO QUEZADA PEREZ

Catana Pérez

En nuestra familia, ella fue siempre la mayor.
Hija mayor de Persiles Ayanes Pérez Méndez y Mercedes Concepción Núñez Santos (Titá); hermana mayor de Ricardo Ayanes, Pericles Persiles y Luisa Altagracia; nieta mayor de Ricardo Armando Pérez Medina y de Ana Amantina Méndez Pérez; prima mayor en nuestra familia, que nos llenaba de orgullo por sus excepcionales dones musicales y artísticos; madre de su única hija, Liúsik Cuello Pérez, que trajo al mundo junto a su adorado esposo Rafael Amable de Jesús Cuello Hernández (Rafuchi); y abuela de su único nieto, Antonio Manuel López Cuello.

Ella cruzó a la otra orilla.

Inició la travesía del río de la vida en Moca, su pueblo natal, un 25 de noviembre de 1948, día que el Santoral consagra a Santa Catarina. Vino al mundo en la Clínica Guadalupe, bajo los cuidados del Dr. Antonio Rojas Badía. Nació extraída de pies, una hermosa niña de ojos verdes, alumbrada por su madre Titá.

Mercedes Catana Sigismunda era su nombre completo. Su padre la declaró con el nombre de Mercedes por su madre Titá (Mercedes Concepción) y por la Virgen del Cerro, la madre de los cibaeños; el nombre de Catana fue seleccionado por tío Ayanes, pues en el mes de septiembre de 1948, se exhibió en el Cine Olimpia de Ciudad Trujillo la película titulada “Un Capitán de Castilla”, interpretada por Tyrone Power y Jan Peter. Estaba basada en una novela de un norteamericano de apellido Shellabarger. La película versaba sobre la conquista de México. Jan Peter era la heroína de la obra fílmica, en la cual caracterizaba el rol de una bella moza española, de Jaen, llamada Catana Pérez. Al salir del cine, tío Ayanes pensó: si Titá alumbra una niña como se espera, ya está escogido su nombre. (Ver “Mis vivencias en Moca”, de Ayanes Pérez, pp. 231-232).
A los nombres de Mercedes Catana, tío Ayanes le agregó un tercer nombre, Sigismunda, para cumplir con la obra de Cervantes, “Los trabajos de Persiles y Sigismunda”, que llevaba su primer nombre (Persiles Ayanes).

Catana fue bautizada por el sacerdote salesiano Sixto Pagani, en la iglesia en construcción del Sagrado Corazón de Jesús, del cual es devoto tío Ayanes. Los padrinos bautismales de Catana fueron Persio Villavizar y Altagracia (Tatica) Cartagena.

“Lo que ignorábamos era que habíamos gestado una criatura musical”, expresa tío Ayanes. Y explica la siguiente anécdota: “Cuando ya tenía siete meses, Titá me pasó el biberón de las once para que se lo suministre. Sentado frente al viejo radio Zenith de mi suegra, mientras libaba de la tetera, comenzó a sonar en la radio la música de la canción del cubano White, La Bella Cubana. De pronto, la niña deja de comer e irrumpe en llanto. Sorprendido de tan repentino lloro, se me ocurre mover el dial, se interrumpe la canción, cesa el llanto y la niña continúa tomando su leche. Titá, al escuchar el llanto, se acerca y también luce sorprendida. Por mera curiosidad, a manera de comprobación, sintonizo nuevamente la melodía y se repite la escena del llanto. Era el preludio de una vocación recóndita, que volvió a manifestarse en la Navidad en que había cumplido su cuarto año de nacida”.

Sigue relatando tío Ayanes: El “Niño Jesús” le trajo de presente un piano de juguete color vino, cuya “vida”, pensé, sería efímera como acontecía con la mayoría de los juguetes de los niños. Sorpresivamente, menos de un mes después, la escuchamos tocar, de oídas, la canción que estaba de moda entonces: “Doce Cascabeles”, popularizada por los Churumbeles de España. Así descubrimos la vocación, parece que heredada de su ascendencia materna, tanto su madre como su abuela entonaban cual si leyeran música. Titá tenía una hermosa voz de soprano”. (Cf. Mis vivencias mocanas, p.233).

Catana comenzó sus estudios escolares y musicales en Moca, en el Colegio María Auxiliadora, donde hizo el pre-primario con Sor Esther Fuentes. Sus estudios primarios y de bachillerato los realizó en el colegio Luis Muñoz Rivera, donde también se graduó de secretaria bilingüe.

Sus estudios formales de piano los comenzó en la Escuela Elemental de Música, que dirigía la consagrada pianista Elila Mena. Tomó clases de piano con la profesora Maricusa del Monte. En el Conservatorio Nacional se graduó de profesora de piano en 1966 siendo pupila del Maestro Vicente Grisolía y la Maestra Mary Siragusa.


Catana siempre recordaba con júbilo a sus grandes mentores del Conservatorio: a Flor Marten-Ellis y Aura Marína del Rosario en Solfeo; a Vito Castorina y Manuel Marino Miniño en Armonía; las inolvidables vivencias pedagógicas de Gracita Senior de Pellerano; las clases de composición de Manuel Simó; las exigentes lecciones de Historia de la Música impartidas por Margarita Luna, complementadas luego por  Ramón Díaz y Francois Bahaud; las lecciones de piano con Mary Siragusa de Geraldes y las infinitas y memorables horas frente al teclado orientadas por Vicente Grisolía.

En 1967 participó en el Curso de Verano de la National Music Camp de Interlochen, en Michigan, donde obtuvo certificados en Piano, Historia de la Música, Análisis y Coro.

En 1968 asistió al Curso de Dirección de Orquesta que el Maestro Enrique García Asencio impartió en el Auditorio de Bellas Artes y en 1981 participó en el Seminario de Interpretación pianística impartido por Alberto Pomeranz.

De 1969 a 1972 hizo, en el Conservatorio de Santa Cecilia, en Roma, un postgrado de piano con los profesores Pietro Scarpini y Emma Contestable obteniendo el Título de Piano y Especialidad en Literatura Pianística Italiana. Había estudiado con una beca que le proporcionó el gobierno italiano. En su examen final sacó la excelente nota de 9/10.

Ya en 1964, siendo aún estudiante, se presentó junto al pianista Iván Rodríguez interpretando el concierto para dos pianos y orquesta de Bach contando con el acompañamiento de la orquesta de Cámara del Conservatorio Nacional de Música conducida por el Maestro Julio de Windt. En 1971 y en junio de 1972 se presentó en el auditorio del Conservatorio Santa Cecilia, en Roma, en los recitales de fin de año con alumnos sobresalientes de postgrado.

El 18 de mayo de 1973 hizo su debut profesional en el Auditorio del Palacio de Bellas Artes en un recital en el que interpretó obras de Schumann, Scarlatti, Casella y Chopin. A partir de entonces comenzó una etapa en su vida musical en la que el arte pianístico y la enseñanza de la música se van uniendo de tal modo que sus cursos de Apreciación Musical se presentan como verdaderos recitales didácticos.

En 1985 debutó como solista con la orquesta Camerata Solistas de Santo Domingo, junto al pianista Iván Domínguez y bajo la dirección del Maestro Carlos Piantini. En 1986 hizo, con la Orquesta Sinfónica Nacional, el estreno nacional del concierto para piano y orquesta Op. 20 en fa sostenido menor, de Alexander Scriabin contando con la dirección del Maestro Berton Dimes y en febrero de 1998 interpretó junto a la Orquesta Sinfónica Nacional el concierto en re menor para dos pianos y orquesta de Francois Polenc junto al pianista Ramón Díaz y contando con la dirección del Maestro Julio de Windt.

Catana fue una de las personalidades más respetadas de la música dominicana. Fue designada por el presidente Leonel Fernández, mediante el decreto número 136-07, directora ejecutiva del Museo de la Música Dominicana.

Sus hallazgos como documentalista son esenciales para conocer la historia de la música en nuestro país, en especial ese maravilloso y tradicional ritmo del merengue, a cuya comprensión de sus orígenes aportó a través de una enriquecedora publicación junto al Maestro Rafael Solano.
Sus estudios de piano le han permitido  ser una exploradora infatigable, y una diestra escritora de opinión crítica.
Estaba realizando para el Museo de la Resistencia una investigación sobre la “Música durante la Resistencia Dominicana”, que abarcaba desde 1916 hasta 1978.

La labor de Catana Pérez de Cuello ha sido de gran valor para los amantes de la música ya que paralelamente a sus presentaciones como instrumentista ha realizado un constante trabajo de divulgación que incluye, libros didácticos, crítica musical y artículos musicográficos que aparecen periódicamente en los más importantes medios escritos del país.

De gran valor fue el programa que junto al Maestro José del Monte Peguero produce cada semana y que bajo el título de “Música de los tiempos” hace llegar a gran cantidad de televidentes lo mejor de la música universal, todos los domingos, a través de Televida, canal 41.

¿Quién no recuerda el magnífico desempeño que realizó como Directora del Teatro Nacional?

Luis E. Molina dijo de Catana lo siguiente cuando fue nombrada Directora del Teatro Nacional: “La llegada de Doña Catana Pérez de Cuello a la Dirección General y Artística del Teatro Nacional ha llenado de regocijo a la comunidad cultural dominicana, pues más que una directora, es una maestra que siempre ha buscado llevar la cultura al gran público dominicano, a todo el público, siempre con una pasión y entrega totales.
 El Teatro Nacional no le es ajeno. De hecho, ha llegado a la dirección luego de haber liderado el meritorio Programa de Apreciación Musical (PAM), el cual es la continuación de la tarea de una vida. Tuve conocimiento por primera vez de esta labor cuando ella impartía docencia de una asignatura homónima, por la cual fue querida y respetada por sus jóvenes alumnos.
 Entre sus planes está abrir el Teatro más allá de su recinto, como ha dicho, incluyendo programas como el del Politécnico de Santa Ana (único bachillerato artístico del país). Con este proyecto iniciará la apertura simbólica de las puertas del Teatro Nacional a un público que no lo frecuenta, acercándolo a las obras que allí se presentan”.
¿Quién no recuerda el realce que Catana le dio a la Revista TEATRO, siendo Directora del Teatro Nacional?

¿Cuántas personas disfrutaron desde enero de 2002 cuando Catana comenzó a impartir en la Sala de la Cultura el módulo “Los estilos musicales”, en el curso de Apreciación a la Música “Prof. Julio Ravelo”, que realizaba el Teatro Nacional dentro de sus lineamientos didácticos?

Los cursos impartidos por Catana desde 1973 en universidades, instituciones estatales y privadas, en clubes culturales y en empresas privadas, fueron creando toda una generación que amaba y apreciaba la música. Catana dedicó 45 años de su vida a los cursos de Apreciación Musical.

Fue profesora en la UCMM de Santiago, en la PUCMM de Santo Domingo y en la UNPHU. El 7 de septiembre de este año 2019 hubiera cumplido 49 años de casada con su alma gemela, su Negri querido, quien se adelantó a cruzar a la otra orilla el 6 de junio de 2011. Rafuchi fue el amor de su vida, a quien conoció en sus tiempos de estudiante en el Luis Muñoz Rivera, para muchos años después reencontrarse en Italia, donde ella estudiaba música y él hacía su doctorado en Física Nuclear.

Caty, como le decíamos con cariño en la familia, tenía un rostro muy especial. Ella hablaba con sus ojos chispeantes, tan expresivos, verdes como la gran esperanza que siempre anidó en su corazón. Su dulce sonrisa, su hablar cantarino y melodioso.

Pero más que su rostro, hablaba su persona. Ella era auténtica, de una sola pieza, sincera, leal, respetuosa de la vida y de las personas; maestra innata, pues nació con el don de la enseñanza, el cual supo cultivar; sabía disfrutar cada momento; inteligente, culta, analítica; le encantaban los juegos de mesa, que disfrutaba junto a su familia. Admiradora de las flores y matas, sobre todo de los flamboyanes y girasoles.

Disfrutó la vida. Por eso irradió alegría, armonía, amor, belleza. Su amor a la música y su pasión por la educación pueden sintetizar dos de sus grandes tesoros. ¿Quién no recuerda su paso por el Maternal Montessori, donde Caty vivió plenamente el placer de la pedagogía, introduciendo en la Apreciación Musical a los niños de Maternal y Kinder, donde desarrolló como dijo alguna vez don Julio de Windt “una memorable labor educativa auxiliada por su fértil imaginación”.

Sintonicé con Catana por muchas razones. Éramos los dos primos mayores y los dos nietos mayores de Don Ricardo y doña Amantina. Ambos desde temprana edad éramos lectores voraces; sentimos desde muy jóvenes la vocación por la educación. Llegué a jugar con ella en el amplio patio de doña Rita, su abuela, la mamá de Titá. Mi madre Antillana conservaba fotos con Catana desde muy pequeña y hay dos que aprecio mucho: la primera, donde Antillana carga sobre los hombros a Catana, con apenas meses de nacida; la segunda, con Catana de 8 años de edad, cuando tío Ayanes se sacó en una rifa la casa donde vivió en el ensanche La Fe. Ambas fotos aparecen en su libro (pp. 231-232).

Recuerdo cuanto disfruté a Catana cuando le hice una grabación para preparar el video de exaltación de Gabriel del Orbe en el Templo de la Fama de la Provincia Espaillat, el 4 de diciembre de 2011.

En el último cumpleaños que le celebramos a mi cuñado Roberto Rodríguez Mansfield el pasado 29 de junio de este año en su casa campestre de Las Nubes, en Cambita, fue la última larga conversación que tuve con Catana. A los pocos días, el 3 de julio, comenzó el proceso acelerado de su enfermedad.

Supo cultivar grandes amistades en diversos círculos familiares, culturales y artísticos, y les daba seguimiento permanente a sus amigos en diferentes partes del mundo, a través de Twitter e Instagram.

Caty, Cat, Cata, Catiuska, doña Catana fueron los muchos nombres cariñosos que le dimos en la familia y sus amistades. A su hogar, ella lo llamaba “el palazzo”. Su amor de hija, nieta, esposa, madre, abuela, nos marcó a todos.


Recuerdo que yo preparé una hojita especial para la Celebración breve que hicimos al inaugurar una habitación especial en la casa de tío Ayanes, que denominó “Rincón Musical Catana Pérez”; allí hay un cuadro especial y una canción ¨Rosas para ti¨, de Gladys Pérez.

Ayer tarde, fui con Luisa mi hermana, a pasar con Caty lo que no sabíamos era la última tarde de su vida.  Me llamó la atención su cuerpo: a pesar de que había enflaquecido notablemente, sin embargo su rostro era el mismo, no sufrió ninguna desfiguración.
Todavía recuerdo tantas cosas que me enseñó en la entonces UCMM de Santiago, cuando ella dirigía el Coro de esa universidad y yo era parte del mismo. Sin duda alguna, era una verdadera maestra de la música. Si la memoria no me falla, Catana dirigía en 1973 el Departamento de Arte y Cultura de la UCMM.

Quiero resaltar que Catana y Rafuchi se prepararon durante años en Italia. Rafuchi asistió durante 7 años a la Universita degli Studi di Roma, como físico nuclear; y Catana en el Conservatorio Santa Cecilia, donde se formó para ser pianista de conciertos. Sin embargo, pudiendo quedase por Europa, para vivir en Italia o Alemania, decidieron regresar en agosto de 1972 a su país, sabiendo que no podrían realizar plenamente sus sueños académicos para los que se formaron. En la familia, a Catana y Rafuchi le llamábamos “los Zeffirelli”, mote que creo se los puso nuestro tío Artagnan.

Catana Pérez, como pianista, educadora musical y musicóloga es autora del libro, en dos volúmenes, "El universo de la música", el primer texto sobre la Historia de la música universal producido en República Dominicana, que obtuvo el Premio Anual de Didáctica en 1994; en agosto de 2006 publicó “Sinfonía de ideas en 4 movimientos”, a través de la colección del Banco Central de la República Dominicana; y fue coautora, junto al reconocido maestro dominicano Rafael Solano del importante libro "El merengue, música y baile de la República Dominicana", de la Colección Cultural Verizon, con el que obtuvieron el Premio Nacional Feria del Libro Eduardo León Jiménes 2004, siendo la primera mujer en alcanzar este galardón.
Alguien comentó: “Catana, entendemos,  es ante todo una esteta, una mujer artista,  dueña de sí misma, pero que, no obstante, se aproxima con inocencia a cada estación donde el ser se hace frágil o fuerte, o viaja de manera itinerante a una cumbre donde se fortifican las voluntades para no sucumbir ante el vendaval y los infortunios que traen los necios. De ahí, que como musicóloga haya creado un estilo muy peculiar de enseñanza: el de narrar  -pausadamente y con calidez-  los episodios del arte en torno a los cuales giran sus trabajos de erudición, y de investigación”.
Otra persona expresaba: “Catana Pérez representa en nuestro país una de  las generaciones más importantes  de maestros que hizo el milagro de que no pereciera en los jóvenes el amor por la música clásica. Cuidadosamente,  como una alondra, Catana indujo a sus alumnos  que asistían a los cursos de apreciación musical en el Teatro Nacional a despertar su sensibilidad para saber apreciar el  valor de las obras  y elogiar  los elementos de lo  puro como sustentadores del arte en adicción a la hazaña y a la grandeza del artista  que hace suyo -de manera exclusiva- contar con alegrías o llantos lo que el mundo desgarradoramente le inspira o lo que descubre del mundo en el hechizo de las apariencias”.
Es digno de elogio el trabajo de apreciación musical que Catana desempeñó en el Centro Cultural Babeque a través de lo que sus mismos alumnos denominaron “Cat Spa Musical (Cat, por Catana).
Como expresara alguien: “Catana Pérez representa en nuestro país una de  las generaciones más importantes  de maestros que hizo el milagro de que no pereciera en los jóvenes el amor por la música clásica. Cuidadosamente,  como una alondra, Catana indujo a sus alumnos  que asistían a los cursos de apreciación musical en el Teatro Nacional a despertar su sensibilidad para saber apreciar el  valor de las obras  y elogiar  los elementos de lo  puro como sustentadores del arte en adicción a la hazaña y a la grandeza del artista  que hace suyo -de manera exclusiva- contar con alegrías o llantos lo que el mundo desgarradoramente le inspira o lo que descubre del mundo en el hechizo de las apariencias”.
En la Feria Internacional del Libro 2017, le fue dedicada a Catana una calle dentro de la feria, por el Ministerio de Cultur
En alguna parte leí también de otra persona que “la vida de Catana se puede biografiar sin máscaras, porque ella es una protagonista prudente, que nunca se ha dejado desbordar por el egoísmo o  ambición alguna, ni ha  solicitado  tener un primer plano en nada, excepto en transmitir la esperanza de manera intensa cuando alguien tiene la fiebre del desconsuelo o la enfermedad de la desilusión”.
Su último gran proyecto que venía realizando con un entusiasmo desbordante era el de los “Ángeles de la Cultura” del Despacho de la Primera Dama, donde Catana venía acercando el universo de la música a las nuevas generaciones, sobre todo las ubicadas en sectores populares y en barrios marginados.
Si me preguntarán mi valoración sobre Catana, yo privilegiaría no a la pianista-concertista, no a la musicóloga, ni a la excelente investigadora musical, sino a la brillante educadora musical. Solamente una educadora de vocación puede decir lo que Caty le expresó a Patricia Solano en una entrevista que le hizo a través de SIN, el 26 de octubre de 2014, cuando afirmó: “Se aprende mucho, enseñando”. Los que somos educadores podemos entender esta afirmación de Catana.
Caty nos espera a todos en la otra orilla, donde estoy seguro nos recibirá con aquello que ella sabía hacer: una música celestial.

Desde el cielo, Catana
tus ojos siguen brillando,
tu sonrisa siga alegrando
y tu magia musical
nos sigue contagiando.
Ya no necesitas los juegos de mesa
Trivia, Pictionary, Indicios y otros,
Ya no necesitas seguir series interesantes por Netflix
Ni bailar merengues, pues lo hacías muy bien.
Estas en la Casa del Padre,
Has entrado por la puerta del Hijo,
Pues tenías la llave del Espíritu Santo.
Estas en la Casa de la Trinidad,
donde Dios mismo secará tus lágrimas
y te hará participar de la fiesta que no tiene fin.
Te fuiste a la otra orilla,
En la madrugada de este día 12 de septiembre,
Donde la liturgia recuerda el dulce nombre de María.
La Palabra de hoy en la liturgia
Me sirvió de bálsamo consolador en tu partida
Pues nos habla en Colosenses del amor como la unidad consumada,
El salmo 150, es tu salmo preferido,
porque le dicen “la sinfonía de los salmos”,
Que invita a todo ser que alienta que alabe al Señor, y el evangelio  de Lucas nos invita
a amar a los enemigos,
hacer el bien a los que nos odian,
bendecir a los que nos maldicen
y orar por los que nos injurian,
a presentar la otra mejilla al que te pegue,
a dejarle también la túnica
al que te quita la capa
a no reclamar al que te lleve lo tuyo,
a tratar a los demás como quieres que ellos nos traten,
a ser compasivos como el Padre es compasivo,
a dar una medida generosa, colmada, rebosante,
porque la medida que usen, la usarán con ustedes.

1 comentario:

Dolly Thamara dijo...

Cuántas vivencias las de este primo con cuánta ternura las narra; porque la vida de Catana Perez fue una sinfonía perenne en la que a todas las personas que trataba, las hacía bailar a su ritmo. Loor a esta gran maestra y pianista!