Hace 85 años (en 1930 y en 1931) los hermanos Rojas Badía (Carlos y
Antonio) alcanzaban sus títulos profesionales en la Universidad de Santo
Domingo, la cual fue reabierta a raíz del término de la ocupación
norteamericana en 1924, convirtiéndose estos jóvenes profesionales, por tanto,
en una de las primeras cohortes de educandos de alto nivel que se formaba en la recién reabierta Universidad.
Para sus descendientes, este año del 1930 marca el inicio de la
presencia de los Doctores Rojas en la
práctica de salud en la población de Moca,
la cual es una estancia que se mantiene en el ejercicio profesional,
creando un patrimonio físico que ha sido
el ambiente de trabajo para tres generaciones de la familia, hasta la fecha actual de 2015.
Aunque es necesario hacer una observación, uno de esos hermanos que en
el 1930 se titula de ingeniero, en el 1935 alcanza titularse de la profesión de
médico de la misma Universidad, y a partir de
entonces acompaña en su nueva profesión a su hermano y nos referimos al
Dr. Antonio Rojas Badía, del cual siempre se dijo que por exigencias de su
padre fue ingeniero y que después encontró su verdadera vocación de médico,
algo que siempre fue desmentido por él mismo, que siempre atribuyó su reingreso
a la formación académica, a la búsqueda de un mejor ejercicio y futuro en su
vida profesional .
En esos primeros 15 años, que van de 1930 a 1945, se sentaron las bases
de un ejercicio médico en el que se acompañaron siempre y forjaron, quizás
desde los primeros momentos, dos orientaciones o concentraciones profesionales
que se complementaban mutuamente: Carlos María, el clínico internista y Antonio
Francisco el cirujano y obstetra.
En 1945, la medicina estatal ya alcanza una categoría especial de
suficiente modernidad, al manifestarse en todo el país el interés de establecer
los primeros hospitales provinciales y, aunque la historia regional nos señala,
que desde 1891 se creó en Santiago el primer hospital de la región, el San
Rafael, muy pequeño para entonces, este luego se muda en 1916 (ahora van a
hacer 100 años) de reubicarse en la sede actual territorial del Hospital
Regional y Universitario José Ma. Cabral y Báez, con tres reedificaciones en
ese período (1946, 1980 y 2015).
Moca, inauguró su primer hospital
público, el 21 de enero del 1945, cuando el doctor Antonio F. Rojas Badía jefe
de la sanidad provincial desde 1940, ocupa la dirección de ese hospital, que se
convierte en el primero que se concreta en Moca, Provincia Espaillat, dependiente
de la nueva Secretaría de Estado de
Salud Pública, constituida en 1920.
Los doctores Rojas Badía deciden también, en marzo de 1946 crear una
servicio privado de salud con camas que le llamaron Clínica Guadalupe en honor
a la Virgen de Guadalupe y a la madre de los cuatro hermanos Rojas Badía: María
del Guadalupe Badía Peña, dando a la vez, sus primeros pasos con visión asociativa
para conformar una organización privada prestadora de servicios de salud. Esa
pequeña clínica de más o menos 10 camas fue creciendo en sus componentes
básicos, montando un laboratorio, un equipo de rayos X, una sala de cirugía, la
más adecuada para la época, climatizada y con equipos de esterilización y de
anestesia.
Muy tempranamente esa clínica alcanzó la aceptación de la comunidad y en
los registros de los libros de cirugía que celosamente, todavía conservamos,
encontramos la fecha del primer procedimiento quirúrgico registrado que fue una
apendicetomía, el 27 de marzo de 1946. Cinco (5) años después ya se habían
realizado 482 intervenciones quirúrgicas, llamadas mayores, por lo importancia
del procedimiento y el tiempo que estas
dilataban, en épocas en que la rapidez y agilidad quirúrgica era trascendentes para aprovechar los cortos
tiempos anestésicos que en la etapa del desarrollo de la ciencia, éramos
capaces de inducir.
Otro hecho importante de resaltar, en esos primeros tiempos en que se
trabajaba bajo la férrea dictadura de Trujillo, es que fueron creciendo el número de profesionales que se integraban
a tiempo parcial o permanente, en la clínica Guadalupe, principalmente por
necesidades de nuevas competencias profesionales, podemos citar entre estos, al
Dr. Rafael González Massenet, radiólogo, el Dr. Bello, bionalista, al Dr.
Santiago Polanco (anestesista) y, también abre
un consultorio permanente en la Clínica, el Dr. Octavio (Tavito) Guzmán Arzeno,
continuando así produciéndose la adecuación progresiva de los servicios de
atención médica privada que consolidan en la comunidad de Moca, la imagen
pública de la Clínica Guadalupe que cuando alcanza 12 años después de fundada, se habian realizado más de 1,200 procedimientos quirúrgicos, en toda su historia.
Para 1959 la ciudad de Moca se beneficia de dos obras importantes: un
nuevo Hospital situado en localidad del Rio del Caimito de Moca y el Palacio de
Justicia, también muy cerca del hospital y marcando ambas edificaciones una
orientación de la expansión urbanística, hacia el noreste de la ciudad, lo que
amenaza, como siempre ha ocurrido, la ocupación de las mejores tierras
agrícolas para dedicarlas a lugares de
crecimiento urbano, que muy bien pudieron tener otras orientaciones.
El Dr. Antonio F. Rojas Badía es ratificado como Director del nuevo hospital de la Secretaria
de Salud Pública, que no hace más que trasladarse de la vieja edificación,
(como en su época lo hizo el Hospital San Rafael en Santiago) y la
especialización médica comienza a dar un salto mayor en la ciudad, con los
primeros departamentos de especialidades médicas troncales, como fueron:
Cirugía, Obstetricia, Medicina Interna y Pediatría.
La presencia de una congregación religiosa en el hospital desde 1959,
las Hermanas de la Caridad de San Vicente de Paul, que fueron, ejemplo de
fortaleza y entrega decidida, le otorgó a las monjitas, un carisma que consolidó la misión institucional, así
como el trato humanitario a los pacientes. Su participación en el cuidado de los enfermos
y en la cogestión en la dirección de Antonio Rojas Badía, trajeron a la
práctica de la atención de salud, el verdadero humanismo cristiano y la
compasión que ayudaron a las religiosas a ser
contrapartes innegociables en el gobierno clínico del hospital,
aspiración que siempre se quiso en el gobierno de las instituciones de salud y
que ellas lograron hacer una realidad, lo que hoy, quisiéramos renovar en el
nuevo escenario de cambio de los servicios de salud.
No esta demás decir que ese equilibrio alcanzado entre valores
compartidos de seglares y religiosos, contó con la ayuda inestimable de la formación de enfermeras a nivel local y que
ellas promovieron, desde el mismo inicio de su presencia en 1959 hasta que
en 1988, dejaron de acompañarnos.
Junto al Dr. Antonio F. Rojas Badía se incorporan otros 11 médicos, que
trabajaban ahora con la lógica de la departamentalización de la atención de
salud.
En 1961, tras la muerte del tirano Trujillo, comienza la diáspora médica hacia los Estados
Unidos, entre ellos, sale el Dr. Carlos
O. Rojas Lara, hijo de Carlos Ma. Rojas Badía, quien opta por quedarse en los
Estados Unidos donde realiza su formación como médico anestesiólogo y donde
desarrolla mas luego, toda su práctica y vida profesional. Mientras que, hasta
su propio padre el Dr. Carlos Rojas Badía, en una edad ya madura como eran los
54 años de edad, inicia una residencia médica en un hospital de Ohio (rebasa el
año), la cual no concluye y opta por hacer entrenamientos periódicos de cardiología
en el hospital José Ignacio Chávez de México, DF. Mientras que, el Dr. Antonio
F. Rojas Badía fortalece sus destrezas y prácticas en administración
hospitalaria, cuando hace un curso de gestión sanitaria en el recinto de Rio
Piedras de la Universidad de Puerto Rico.
Junto con esa vocación añadida de gestor, Antonio Rojas Badía pasa por
la etapa más activa de su vida quirúrgica ejerciéndola intensivamente en las
dos instituciones donde labora, el Hospital Público de Moca y la Clínica
Guadalupe y se estima que su producción histórica de intervenciones quirúrgicas
de 40 años pioneros, alcanza la
cifra de 35,000 operaciones, como la
suma total de las que hizo entre ambas instituciones y otras, como cuando
estableció días quirúrgicos semanales en el Hospital San Vicente de Paúl de San
Francisco de Macorís, en época en que Octavio Guzmán Arzeno, su compañero de
trabajo en Clínica Guadalupe, era
su Director.
La Clínica Guadalupe ya está preparada para emular el hospital público y
convertirse en una institución de salud más formal en el campo de la salud
privada. Para 1968 ya estamos preparados para hacer de Clínica
Guadalupe, una institución médica que cumpla los estándares de calidad
que exigen los tiempos y esta aparece en 1970, con la transformación de Clínica
Guadalupe en el Centro Médico Guadalupe, una estructura física pensada y
construida para que sirviera funcionalmente como adecuada y pensada como un
centro de salud.
La fortaleza de la primera generación comienza a recibir el aporte de
los doctores Rojas Mejía, Luis se convierte en el brazo derecho de su padre, en
la constitución y construcción del CMG como empresa y como obra física. Son
épocas en que se trata de hacer una medicina corporativa, incluyendo las
especialidades y la ampliación de la base accionaria de la compañía que recién
se constituía con carácter formal. Un aprendizaje cultural y económico que paga
con luces y sombras, con deserciones y nuevas afiliaciones médicas, pero que
logra rebasar sus principales dificultades, como ocurre en toda labor
emprendedora que se aparta de lo común y habitual.
Al inaugurarse el CMG, el Dr. Carlos Ma. Rojas Badía, es llamado por el
Presidente Balaguer que asiste a la inauguración de la nueva infraestructura y
le solicita que le acepte un alto cargo
en el gobierno, así pasa a la vida pública, primero como Director del Instituto
Dominicano Seguro Social (IDSS) por 4 años y luego como Secretario de Estado de
Salud Pública. Paradojas de la vida, después de 40 años unidos trabajando
cotidianamente y procurando hacer del CMG una institución moderna, el Dr.
Carlos Rojas Badía es llamado a la función pública y política de alto nivel, la
cual ejerce por 6 años en Santo Domingo y concluida esta, decide continuar con
su residencia en Santo Domingo y venir regularmente, a sus viejos hogares de
salud y de familia semanalmente y, esto repetirlo siempre, como lo encontrábamos todos los sábados en el CMG por el
resto de su vida hábil, para responder a esa clientela fiel a la que le sirvió
desinteresadamente y con mucha entrega, toda su vida.
Al doctor Antonio F. Rojas Badía le queda el destino histórico de
preservar una institución que ya tiene mucho tiempo en la comunidad y
definitivamente acepta el desafío, ahora acompañado plenamente de los doctores
Rojas Mejía, que en 1972 (Guillermo) y en 1975 (Fernando), terminan por
incorporarse al equipo que labora en el CMG.
Centro Médico Guadalupe como un representante de la medicina privada en
Moca agrupa a una docena de médicos, que intentaron y lograron profundizar las
raíces de la especialización médica en la institución. Como en todas las
grandes transformaciones de las organizaciones, “una cosa es la que se piensa y
otra cosa es la que logra hacerse”, el proceso fue paulatino, no de la noche a
la mañana, con incertidumbres y con escasa oferta de profesionales con
especialidades médicas con competencia reconocida o potencial (percibida por
nosotros) para el mercado de servicios que representaba Moca en el ranking de lugares preferidos por los
escasos especialistas de la época y esa transición de la medicina generalista a
la medicina especializada, fue ralentizada (desacelerada) y situada en el justo
tiempo en que debía de suceder, inspirados por el amplio liderazgo de los Dres.
Rojas Badía y los Dres. Rojas Mejía, así como el grupo médico que le
acompañaba que en ese momento representaban la práctica clínica de las viejos
profesionales que se sustentaban en la Medicina General. Manejo conservador, no
atrevido, pero prudente y pensando primero en el paciente.
Esas múltiples circunstancias hizo que postergáramos el ingreso y la
captación de los primeros médicos especialistas, pero la decisión estaba
tomada, de establecer una atención de salud especializada, integral, continua ,
acreditada y por tanto certificada por las sociedades médicas, que agregara
valor a las nuevas inversiones que hacia la institución, por lo que, tan solo
fue en 1981 (11 años después del nuevo CMG) cuando decidimos aceptar el ultimo
médico general que dio apertura a un
consultorio de factura liberal y plenamente autónomo en CMG y que luego resultó
en ser un joven de mucho liderazgo social.
Los Dres. Rojas Mejía prontamente se vieron envueltos en la
responsabilidad de agregar valor a la tarea que hacían los Dres. Rojas Badia,
ahora acompañados por una docena de médicos que recibieron la acogida para
trabajar corporativamente y complementándose creando equipo, en su labor
profesional en el CMG.
Guillermo Rojas Mejía desde el primer momento, dio muestras de una
pasión extraordinaria por la cirugía y estuvo presente en el 80% de las
cirugías, que por el resto de la década del 70 y del 80 se hicieron en CMG,
sustentándose ese trabajo privado con la escuela que significó el hospital
público, que frente a la escasez de profesionales con competencia quirúrgica,
sirvió no tan solo como escuela de formación guiada por su padre, sino también
escenario social para alcanzar satisfacer y atender a la demanda de la
población necesitada que acudía a la
institución de beneficencia pública. Una muestra se encuentra en que, en los
seis años que laboró formalmente en el Hospital (1972 al 1979) el porcentaje de Cesáreas se elevó de un
insuficiente 5% en 1972 hasta el más
satisfactorio 15 %, del 1979.
Junto a Guillermo, Luis le da el respaldo en la estrategia de hacer
viable al CMG, como una institución que representara el cambio en la atención
de salud y logra, a la vez de haberse formado como anestesiólogo en México DF,
acompañar a Guillermo, con un servicio permanente y prácticamente heroico en la
emergencia de la institución. Hoy,
valoramos que ese exceso de dedicación que amenazaba la tranquilidad de la vida
familiar y que le hizo apropiarse de una frase popular en la familia: “voy
seguido”, fue determinante para elevar
la confianza de la comunidad, en la nueva oferta de servicios médicos que se le
presentaba. Esas coyunturas en que se vio envuelto le agregaron un “ojo”
permanente de dueño al CMG, con lo que se resolvían muchas eventualidades. Otra
virtud que hay que exhibir de Luis Rojas Mejía es la disponibilidad acreditada
como el único anestesiólogo que brindó sus servicios a la comunidad mocana en
las distintas clínicas de la ciudad.
Fernando Rojas Mejía que fue el último en incorporarse al CMG y ejerció
la Medicina General desde 1975 hasta 1983 cuando cerró su consultorio
profesional en CMG, para dedicarse a la gestión clínica y a la docencia y
practica de la salud pública. Acompañó a su padre, que todavía ejercía la
función de Director del hospital público de Moca (1945-1978) en el aprendizaje
de las bases de una gestión clínica responsable y ética para aplicarla en el
servicio público y privado de salud. Esa transferencia de conocimientos unida a
la experiencia de Antonio Rojas Badía,
que en sus 33 años de director
simultáneo de dos instituciones, le permitió aplicar, cuando Fernando Rojas
Mejía fue director del Hospital Dr. Toribio Bencosme, el mismo hospital público
de Moca desde el 1983 al 1986, iniciando
desde entonces una larga carrera de posiciones gerenciales y de consultorías en medicina comunitaria,
programa docentes (PROSAFA y REDSOLIS), investigación de salud pública.
Sus entrenamientos (Universidad Central de Venezuela, Universidad de Rio
Piedras, Puerto Rico, Escuela de Medicina de Mount Sinaí de New York y la
Universidad de Barcelona) contribuyeron una formación sólida donde prontamente
la pudo demostrar en distintas facetas directivas (sin título de maestrías o
especialidades), lo que permitió que lo consideraran como un profesional
experto, en el estudio de los sistemas de salud y en sus características de
complejidad.
En 1988, Fernando Rojas Mejía asume la función de Director General del
CMG, después de una larga carrera administrativa y docente llega a ser el
primer conductor del CMG en la sucesión generacional de Antonio Rojas Badía, lo
que significó un honor al formar equipo con quien gestionaba recursos en el
CMG, el Lic. Rafael Jiménez y consideró que la nueva posición que asumía, era
un reto mayor, sobre todo cuando recibía el traspaso de conducción de quien
había dirigido instituciones por 48 años (1940-1988) y las había llevado estelarmente, como el CMG
y el Hospital Público, demostrando que la organización prospera, cuando la
voluntad sin dar lugar a debilidades en el campo de las decisiones, se orienta
al desarrollo simultaneo o hace puente, entre la cultura de la gestión y la cultura clínica, dando
oportunidad de formar a gestores clínicos que garantiza una nueva especie de
profesionales que participan en el gobierno clínico de las instituciones de
salud. Todo esto ocurría, como se ha
mencionado antes, cuando Antonio Rojas
Badía estaba con nosotros y aceptaba y daba su anuencia a que las nuevas
perspectivas de transformación que se visualizaban y el aseguramiento en salud
ya estaba en marcha desde 1985 y cuando Fernando Rojas Mejía daba sus primeros pasos para aportar en el
campo de las propuestas, a la transformación del sector de salud dominicano.
La primera generación de Dres. Rojas Badía comienza a escaparse y Carlos
Rojas Badía, el único sobreviviente de esa
primera generación de médicos, le toca despedir en la tumba de los inmortales a
sus tres hermanos que han marchado a lo eterno. Los Dres. Rojas Mejía asumen el
destino de continuar la historia profesional de la familia, en el mismo lugar
donde nacieron sus antepasados.
El Dr. Antonio Rojas Badía lo perdimos el 13 de abril de 1991, mientras
que el Dr. Carlos Rojas Badía siguió con sus viejas costumbres de acompañarnos los fines de semana, tal como se
había impuesto en sus últimos 25 años después de concluir con sus actividades
de funcionario público, hasta que también se
nos marchó a lo eterno, para encontrarse como el mismo decía, con la
compañía de sus hermanos, en el año 2000.
Pasada la poblada de ausencias en la familia, los Dres. Rojas Mejía,
asumen el compromiso de que el nivel de competencias profesionales alcanzado
por la institución no debía sentir como pérdida sensible la ausencia física de
los Dres. Rojas Badía y entonces se convirtió en compromiso primario para los
herederos, por lo menos mantener el mismo nivel de calidad que se había
alcanzado en los últimos 60 años y quedaba como desafío, acrecentarla y
desarrollarla, adecuarla y transformarla y apoyar las reformas que facilitaban
la accesibilidad y la asequibilidad de mayores grupos poblacionales, por
encontrarse una fórmula de financiamiento de estos servicios de salud de costos
crecientes en poblaciones que era atendida por la beneficencia pública.
Entonces en este período, las manos clínicas y quirúrgicas que con gran
valor humano caracterizaron a los Dres. Rojas Badía, es apropiada y asumida,
más que por cualquier otro, por un profesional que solo irradia bondad, amor,
ternura, innovación, dedicación y que ha llenado de orgullo a los descendientes
de los primeros Doctores Rojas y nos referimos a quien tuvo que hacer de
partero, de médico de niños/as y de cirujano general de la población de Moca,
el Dr. Guillermo Augusto Rojas Mejía.
En 1991 empieza la nueva tarea de los Dres. Rojas Mejía:
1. Hay que crecer en oferta médica y entonces pasamos a
tener de 10 consultorios
de origen a 27 consultorios de la primera planta + 1
oficina de patología, en la segunda planta 9 consultorios y 1 unidad de
oftalmología (Dr. Julio Rodríguez) con un área equivalente a 5 consultorios y
en la tercera planta 5 consultorios y 1 unidad odontológica (Dental Cibao) con
un área equivalente a 4 consultorios en el momento actual.
2. Se reubican las oficinas administrativas y la
cafetería, creando un pasillo central más amplio que permite el acceso fácil a
la nueva dotaciones de consultorios, cafetería y servicios de apoyo
administrativo.
3. Se crean 7 nuevas habitaciones individuales de internamiento que compensan
la dotación originaria del CMG (40 camas) y responden a la tendencia a la
hospitalización individual o de dos pacientes por habitación y actualmente 3 super suite de futura remodelación, 8
semiprivadas, 11 privadas, 1 UCI polivalente de 5 camas y 1 cuidado intermedio
de 2 camas, lo que refleja que en cantidad de camas hemos disminuido, esto
responde a los estándares de los nuevos tiempos de mayor privacidad. También
agregar que en emergencia tenemos capacidad de 17 camillas y 1 unidad de
neonatología con capacidad de 4 neonatales.
4. Se constituye de manera informal una empresa de
igualas médicas denominada Igualas Guadalupe (ILUPE) para fortalecer nuestra
integración a los sistemas prepagados y de aseguramiento de salud que en el CMG
había impulsado desde el 1985 el Seguro Médico Magisterial (SEMMA).
5. En 1995 se establece una nueva ubicación de la
emergencia del CMG, que esta vez se readecuó con los estándares de
acreditación, al cumplir con los requerimientos de la época y logra despertar
el interés de la Asociación Dominicana de Clínicas y Hospitales Privados
(ANDECLIHP) que la valoraron positivamente en la ruta hacia la mejora en la
atención de los pacientes.
6. Ante la dificultad del mantenimiento tecnológico de
los ascensores y sus costos elevados, el CMG deciden construir una rampa que
facilite el traslado de pacientes de primera a segunda planta y viceversa.
7. La habilitación de un amplio parqueo con capacidad
de 75 vehículos complementa los parqueos existentes, censándose unos 115
estacionamientos disponibles, sumándose a esto en el
2017 con la compra de nuevos terrenos contiguos al parqueo otros 75
estacionamientos más para unos 190 parqueo de vehículos 60 motores (pendiente
confirmar).
8. La habilitación de la primera Unidad de Cuidados
Intensivos de la provincia con 5 camas, monitores, ventiladores y servicios de
enfermería más calificados y mejor distribuidos, siguiendo los estándares
establecidos por el primer manual de acreditación escrito por la comisión
nacional de acreditaciones que provisionalmente estableció la ANDECLIHP.
9. La creación de un salón ejecutivo y de multiuso que
permite hacer reuniones colectivas con capacidad hasta de 80 personas.
Como se observa este período que comienza a partir de 1991 somete la infraestructura física a
una remodelación que la adecua a necesidades diversas, como son las citadas
anteriormente, creando el reto de que el diseño arquitectónico bien establecido
por el arquitecto Baquero no perdiera su funcionalidad y se viera desvirtuado
por los anexos agregados. Es necesario reconocer que el Dr. Luis Rojas Mejía,
fue un entusiasta promotor de estas iniciativas, asumiéndolas casi absolutamente
como si fueran solo sus propios desafíos. A pesar de las dificultades, todos
los sueños se hicieron realidad, haciéndose defensor de aquella frase de Walt
Disney: “si lo puedo soñar, lo puedo lograr”. Estamos consientes que amenazamos
la fortaleza y el estilo del diseño arquitectónico, pero nunca hasta el punto
de invalidarlo, es una creencia de Luis que en las próximas expansiones, se
debe solicitar o someter a concurso, los diseños hospitalarios funcionales con
un fuerte sustento en seguridad antisísmicas y de otras eventualidades que
demanden los tiempos actuales y futuros.
El ejercicio de la medicina como arte, fue una virtud de los doctores
Rojas Badía, que parecía que se apagaba cuando perdimos a Antonio en 1991,
aunque los escritos de Carlos Rojas Badía en los periódicos nacionales,
mantenían nuestros ánimos atentos a lo que debía “ser el médico”. Pero
realmente ese temor no tenía fundamentos, Los Dres. Rojas Badía dejaron como su
representante en el la ciencia que también es
arte puro de curar, al ser humano más noble y leal que les sucedía más
allá de la partida, el Dr. Guillermo Rojas Mejía.
El arte de ser médico se sustentó con principalía en un ser humano,
compasivo, empático, humilde y sustancialmente bueno que usa mucho de su intuición
para poder ver con capacidad de discernir y con la luz que le ofrece la divina
providencia, para aliviar la enfermedad que aqueja el paciente,
identificar lo que le aflige y en esos
casos, la misión que sostiene al médico es que, si no lo puede curar, por lo
menos debe procurar consolarlo.
Hoy la nueva misión de la medicina paliativa, no se limita tan solo, a
las fases finales de la vida, sino que hay que ejercerla en todos los momentos
que se requiera con empatía, como si el dolor lo tuviera uno y con la compasión
que pide la calma, el freno a la desesperación aplicado con las manos que
consuelan y las palabras que traen la confianza
del médico amigo que no quiere verse sin herramientas que usar y sin
palabras que decir, cuando se queda sin otra provisión que no sea su alma
compasiva, cuando el conocimiento no le
da nuevas respuestas. Alguien ha dicho: “cuando oigo hablar de la ley de Muerte Digna, me
rebelo. Primero se debería hacer una ley de la vida digna hasta el final y
ayudar a un mejor control y apoyo a los síntomas dolorosos y al dolor total”.
Por eso, la medicina paliativa se practica en todos los momentos y
nosotros sabemos de muchos médicos y enfermeras que deambulan por los pasillos
del CMG que están ungidos con el poder de aliviar, consolar y cuidar al
paciente que sufre, aunque no lo manifiesten o escondan la queja. El éxito se
mide por la demanda de servicios que
tienen sus pacientes. La década de los 90 es muy exitosa para
Guillermo, es el médico que más intervenciones hace, el que suele tener más pacientes
hospitalizados, el que mas hace visita domiciliaria, el que no
protesta en la alta noche cuando alguien
llega pidiéndole un servicio, al
que no sabe decirle no. Es una labor de más de 35 años, con una práctica
intensa. Por esa presión de pacientes, Guillermo al igual que Antonio Rojas Badía, si tenía que
descansar porque el cuerpo ya se lo pedía, entonces elegían, salir de la
ciudad, uno lo aprendió del otro y el otro, no se dé quien.
Dos detalles más queremos agregar de Guillermo, su pasión por la
aplicación de las tecnologías a la medicina y así convirtió su consultorio
profesional en un lugar donde las
herramientas tecnológicas le ayudan a practicar una ginecología de nivel avanzado
y así como Antonio Rojas Badía atendió
el nacimiento de sus nietos, Guillermo
Rojas Mejía atiende, también el nacimiento de sus propios nietos y sus sobrinos
nietos. Una confianza que le otorga la familia a estos dos ascendientes, como
muestra de que la credibilidad nace en casa, por lo que se revalidaba
doblemente la práctica profesional que ambos hacían.
Guillermo A. Rojas Mejía
representa esa manera de ser médico, con gran sensibilidad que tiene una
historia viva, escuchada y sentida, por mucho tiempo y por muchos pacientes, de
una gran humanidad en el trato, por lo que afirmamos que el ejemplo arrastra y
constituye una digna señal, en una historia de la que ya transcurren, 89 años de servicios médicos de la familia Rojas en Moca.
Fernando, 40 días después de iniciar su padre el Dr. Antonio Rojas Badía el camino hacia lo eterno, se pone a
disposición, mediada una invitación del Gremio Médico, de un comité de crisis,
presidido por el Dr. Vinicio Calventi que veía con preocupación los resultados
lánguidos y disfuncionales de los sistemas educativo y de salud dominicanos,
deteriorándose así la suficiencia educativa y la atención bienhechora y
productiva de la salud, como pilares
insustituibles del desarrollo con
equidad y el desarrollo tomando en cuenta la necesidad de contrarrestar los efectos negativos que
tienen los determinantes sociales de la salud que profundizan la desigualdad.
Por seis años (1991-1997) Fernando Rojas Mejía estuvo involucrado en:
a. El diagnóstico de crisis del servicio público de
salud.
b. En la propuesta del Dr. Guido Miranda de
Modernización del Sistema.
c. En las negociaciones con la banca multilateral para
formular una nueva propuesta más acorde con los postulados neoliberales del BM y del BID, cuando en 1993 publican su
documento “Invertir en Salud” que inicialmente fueron bien acogidas por los
gobiernos de la región LAC.
d. También en establecer la agenda técnica y conducir
los debates de alto nivel a través de los cuales, una Comisión Nacional de
Salud, nuevamente constituida por 33 representantes (secretarios de estado,
asesores presidenciales, directores generales, presidentes de sindicatos,
rectores de universidades, líderes comunitarios y médicos de incuestionable
prestigio) que no podían delegar su representación y que por tanto, en un periodo de 21 meses, que
se prolongo de abril del 1995 hasta diciembre de 1996.
e. Promover que asumieran con gran responsabilidad su
delegación social, conociendo, asintiendo o rechazando las propuestas
sustanciales de cambio que creaba una organización de salud basada en el subsidio
a la demanda y abandonaba los presupuestos históricos de las instituciones de
salud.
f. Decenas de técnicos internacionales y nacionales
participaron en esta labor que llego a su clímax con la presentación del libro
blanco: “Salud Visión de Futuro”, Elementos para un Acuerdo Nacional, aprobado
por la CNS en su versión final en junio de 1966
y magistralmente conducido por el Dr. Rafael Bengoa, español de muchas luces que había participado como co-autor en 1991
Del Informe Abril Martorrell y, luego del apoyo a nosotros, fue en España,
Director del informe “Sanidad, la Reforma Posible”. ESADE. 1997, que también
cuestionó el sistema de Salud Español. Para los que participamos en esa
historia, ese libro blanco, fue el precedente inmediato de la reforma de la
salud y del sistema de pensiones dominicano, los que fueron consagrados en las Leyes 42-01 y 87-01.
Después de esa etapa, Fernando
Rojas Mejía regresó al CMG, a su Hospital Público Local y a su Docencia
con un nueva pregunta, tratar de entender
porque los cambios se distorsionan, se interpretan mal y en muchas
ocasiones lo que se denunció que podía suceder es lo que sucede y lo que echa
fuera de la borda, los principios y
valores que se enuncian como norte y que
sirven como plataforma ardiente del cambio para hacer un sistema de salud:
universal, equitativo, solidario, integral, con calidad y calidez, con
participación y poder del usuario, con realización profesional, eficiencia y
sostenibilidad. Así se acordó en 1995 y 20 años después, solo tenemos esos
valores, tan solo en el discurso. Sin embargo, las transformaciones marchan a
distintas velocidades y ese desafío para que marchen sincrónicamente, no
siempre se logra a la primera vez.
Un sector salud con gobernanza y
Leyes Generales de Salud y
Seguridad Social aprobadas en el 2001,
comienza a desarrollarse con la ejecución de proyectos en 10 hospitales,
Direcciones Provinciales de Salud, unidades de Atención Primaria de Salud
procurando que estos puedan ser habilitados, acreditados o certificados por los
organismos responsables del Vice ministerio de Calidad en Salud. También se
aprueban los reglamentos de las LEYES GENERALES DE SALUD
Y DE SEGURIDAD SOCIAL, comienzan a manejarse los estándares de
atención (GPC, Protocolos, vías
clínicas, etc.) monitoreo de las mismas (que son constancia de que aplican bien
los estándares, como son las auditorias medicas), valoración de las Buenas
Prácticas en Salud donde el expediente clínico, su manejo, su
discrecionalidad, es fundamental como
factor recolector de evidencias, control de la Variabilidad de la Práctica
Médica, para lo cual siempre debe
tomarse en cuenta la disposición de las Sociedades Medicas a revisar con la
periodicidad, tantas veces como cuando se les
demande, las GPC y los estándares de calidad. Así, pues que estándares en la GPC actualizados y
validados y a las monitoreados e incluidos en Procesos Asistenciales
Integrados, ordenan el tinglado de intervenciones que empujan la calidad hacia
delante.
Todo está preparado para responder en 2007 a la puesta en marcha del
sistema contributivo del Seguro Familiar de Salud. Por primera vez los doctores
Rojas entran en el escenario de las reformas estructurales en salud para
hacerlas un instrumento de desarrollo de la salud como un derecho de la
población. Se dice que haber llegado a Moca hacer medicina en 1930 y ver
publicada las leyes de seguridad social en salud en el 2001, son los puntos más
relevantes de los Dres. Rojas en estos últimos 85 años.
Luis Rojas Mejía concluye su fase de “voy seguido” con la inauguración
de la nueva emergencia, que lo mantuvo por 25 años en guardia permanente, por
la defensa de los intereses de la institución y el servicio a los pacientes,
ahora más bien parece un ingeniero, como
cuando inicio su padre en 1930 y su gran interés se centra en ir adaptando el
CMG a sus nuevas necesidades físicas y funcionales, que incluso le ha permitido
ser capaz de sonar 20 anos mas después del 2015, estableciendo las propuestas de adecuaciones físicas que se
podían establecer en ese período.
A Luis le podemos atribuir un interés marcado porque fuéramos previsores
y entendiéramos que hoy trabajamos para asegurar el mañana, los Dres. Rojas
Mejía comenzaron a partir del ano 2000, un plan de inversiones tripartito que
nos permitiera garantizar una base accionaria más amplia, mientras se mantenían
los desafíos que ahora eran más voraces en termino de competitividad y por
tanto obligaban a inversiones más cuantiosas.
Para mirar al futuro que planteaba tantas incertidumbres que arrojaba la
reforma de salud, Moca comenzó a dar el ejemplo por la iniciativa entusiasta de
los Dres. Rojas Mejía, a una especie de “Joint venture” entre las 5 clínicas
activas que existían en la ciudad de Moca, el llamado Centro de Diagnostico
Avanzado (CDA). El principio fundamental que generaba esa alianza que debíamos
aportar en conjunto todas las Clínicas
para traer a Moca lo que no podíamos realizar solos y
nos referíamos con ello, a los equipos de alta tecnología y de innovación
disruptiva que se incorporaban en el mercado de la salud y se renovaban con una
velocidad extraordinaria. A ese Joint Venture se le agrego una variante de que
eso corría para aquellas tecnologías que hasta el momento no tuvieran en
funcionamiento alguna de las instituciones participantes.
El último período de esta historia de los Dres. Rojas que comenzó en
1930, es el que ahora vivimos y donde ahora una TERCERA GENERACIÓN de
descendientes comienza a desarrollar el sentido de empoderamiento, es decir,
tratan de hacer del CMG un sueño que genere
nuevos logros y atienda nuevos desafíos.
Es indudable que ver llagar a una nueva generación de Doctores Rojas,
comienza a indicar que el ciclo de una generación tiene que dar paso a la otra
se ha comenzado ha producir.
La vida de un profesional de la medicina se agota en un tiempo
aproximado de 40 años, por eso es que cuando
hablamos de 85 años, hacemos referencia a dos generaciones y 5 años de
una tercera.
Una tercera generación comienza a involucrarse en el desarrollo de lo
que se perfila como la continuidad del legado familiar, los hijos de Luis y
Adria, son los primeros en involucrarse cuando Luis Rojas Mañón cursando sus
estudios universitarios de Ingeniería de Sistemas, en el año 1987, aporta sus
conocimientos para introducir a la empresa lo que fueran los primeros programas
de sistema que ayudarían a organizar los datos y las informaciones contables.
Por otra parte Gina Rojas, graduada de licenciatura en administración de
empresas en la Pontificia Universidad Católica Madre y Maestra en el año 1993,
y luego de adquirir experiencia laboral
en el área gerencial a nivel comercial, se integra a CMG en el año 1998
fungiendo como encargada de la Farmacia Popular durante 4 años, hasta que en el
año 2002 viaja a México y es en ese mismo año cuando llega el primer
profesional especializado de la tercera generación el Dr. Enrique Rojas Giménez
y su esposa Dra. Laura Jaime Villasenor (Lizther) (odontólogos periodoncistas)
tomaban la decisión de trabajar más cerca de su lugar de origen Moca, iniciando
el primero de los proyectos de trabajo en equipo que va a caracterizar el nuevo
modelo organizativo de los Dres. Rojas en la tercera generación. Un ejemplo de
ello ha sido Dental Cibao, que es la introducción de la odontología
especializada y en equipo en la región del Cibao.
La Lic. Gina Rojas Mañón regresa de México en el año 2004 con un
diplomado de gestión hospitalaria y
junto a su esposo el cirujano
plástico Dr. Tadeo Comprés también
graduado en México, se incorporan a las filas del CMG en sus labores
respectivas.
La Dra. María Rojas Giménez, se incorpora como odontóloga-endodoncista
en ese mismo año el 2004 integrándose al equipo de especialistas de Dental
Cibao. Luego el Dr. José Rojas Mañón que se gradúa como radiólogo en el año
2005 e inicia su ejercicio profesional en México y llega a la institución en el
año 2007, impulsando y desarrollando el
área de imágenes diagnósticas.
Antonio Rojas Collado entra a la institución a impulsar una área de
trabajo de innovación disruptiva, como es el departamento de logística del CMG
para el año 2006, para luego cumplir funciones administrativas en la alta
gerencia.
El Lic. Luis Felipe Rojas Collado como abogado apoya desde el 2007 en la
mayoría de los procesos legales desde la empresa de abogados Langa, Abinader y
Asociados.
El Dr. Ricardo Rojas Giménez cirujano maxilofacial en 2007 y un año
después, su esposa la Dra. Marjorie
Ramos Concepción, cirujana oftalmóloga en el 2008 y con la subespecialidad de
oculoplástica en el 2009, donde se incorporan al staff del CMG con su proyecto
de agrupar especialidades del área de la cabeza y el cuello como lo es la unidad de gestión ICOM (Instituto de Cirugía Oftalmológica y
Maxilofacial)
El Dr. Guillermo Rojas Collado entra como médico familiar en el 2012 y
con su proyecto CAFÉ (Centro de Atención Familiar y
Especializada) que es el inicio de una atención integral de medicina
familiar que tiene la tarea de trabajar con las
especialidades de la clínica, la cirugía y las emergencias.
Toda esta inclusión de profesionales de la tercera generación casi
completa los cimientos del grupo que tiene que asumir la salud como un derecho
de la población y aceptar e integrarse a los programas de convergencia que
frenan y borran la desigualdad social en salud con universalización progresiva
en el próximo ciclo de 20 años desde el 2015 al 2035, cuando ya cumple un siglo
de presencia de los Dres. Rojas en Moca.
LECCIONES APRENDIDAS
1. La dedicación y la formación son factores claves
del éxito, la voluntad es 99% dedicación y 1% inspiración, lo importante es que
la inspiración y la oportunidad cuando surjan, te encuentren trabajando.
2. La marcha sincrónica del CMG y el Sistema de Salud
Dominicano casi desde sus orígenes (1920-1930) ha dejado como lección que el
futuro comienza cada día, nunca abandonaremos el temor al cambio, si dejamos de
escuchar a Dios y a la Ciencia, como inspiradores de este desafío
3. Lo único que no se compra en una empresa es la
cultura de la organización, que se consolida con el tiempo y que va mas allá de
los cambios que se producen cuando
cambia los tiempos. La cultura tarda en construirse y paradójicamente mientras
más compleja es la organización más fortalecida
esta cultura se encuentra. Así
también, debemos recordar que, como cambian los tiempos, también cambia la cultura.
4. Los principales obstáculos que se encuentran en el
desarrollo de las organizaciones son:
a. Saber Que: La velocidad de la innovación
tecnológica, de la innovación organizativa, y de la adaptación de la
infraestructura. Suelen marchar a distintas velocidades, que no favorecen la armonía en la organización y
resulta un arte, impedir, que una no marche muy lejos de las otras, porque es
difícil actuar en ese ambiente. Nos impiden hacer sinergia entre los
componentes.
Composición Familiar:
1. Rama Familiar Rojas Mañón
•
Luis Rojas Mejía y Adria I. Mañón
•
Luis R.
•
Jean Louis
•
Gina M.
•
Víctor Arturo
•
Odille Marie
•
Pedro Luis
•
Alexander Zarek
•
Jose A.
•
Samuel
2. Rama Familiar Rojas Collado
·
Guillermo Rojas Mejía y Meleni Collado
·
Guillermo
Guillermo Arturo
Gia Marie
·
Antonio
Antonio Francisco
Ana Paulina
Guillermo Augusto
·
Luis Felipe
Luis Felipe
3. Rama Familiar
Rojas Giménez
•
Fernando Rojas Mejía y Maribel Giménez
•
Enrique
Zara
Daniel
Michelle
•
Ricardo
Javier
Alejandro
Gabriela
•
María I.
Esteban
Fernando
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