Errores que pueden condenar a una empresa familiar
Por Antonio Francisco Rojas Collado
Las empresas familiares son el alma de muchas economías, sosteniendo comunidades y generando empleos durante generaciones. Sin embargo, su continuidad depende en gran medida de cómo son administradas y de las decisiones que toman sus líderes. Uno de los pasos más cruciales para asegurar su permanencia es la creación de una junta directiva funcional, pero muchos empresarios cometen errores que, lejos de fortalecer la empresa, la debilitan.
Las trampas de una mala gobernanza
El primer error es subestimar la importancia de la experiencia empresarial en la junta. Es común que se nombre a personas sin conocimientos estratégicos o financieros, bajo la premisa de la confianza familiar. Sin embargo, una empresa necesita visión, planificación y decisiones informadas, no solo lazos sanguíneos.
Otro error frecuente es la falta de diversidad de pensamiento. Muchas juntas están diseñadas para ser espacios de aprobación automática, donde todos están de acuerdo en todo. Sin debate ni perspectivas externas, la empresa se estanca y pierde la oportunidad de innovar.
Además, el nepotismo excesivo puede convertir la junta en un club familiar en lugar de un órgano de dirección. Limitar el acceso a familiares puede cerrar puertas a talentos externos que podrían aportar valor y mejorar la toma de decisiones.
El precio de la informalidad
Ignorar las estructuras de control, como la evaluación de desempeño y la rendición de cuentas, es otro problema común. Si no hay métricas claras de éxito o consecuencias por decisiones erróneas, la junta se convierte en un órgano decorativo, sin impacto real en el futuro de la empresa.
La falta de planificación estratégica también puede ser letal. Una junta sin una agenda clara, sin tiempos definidos para reuniones y sin un plan de acción concreto, se convierte en un espacio de conversaciones sin dirección. Peor aún, si se evitan las capacitaciones y la profesionalización, se corre el riesgo de tomar decisiones con información deficiente o basada en emociones en lugar de datos.
La clave está en la evolución.
Las empresas familiares que han logrado trascender generaciones han entendido que una junta directiva no es un símbolo de poder ni un espacio de complacencia. Es un organismo de liderazgo que debe estar compuesto por personas con conocimientos, criterio y compromiso con el crecimiento de la empresa.
Ejemplos de éxito como Walmart, Ford o Grupo Bimbo muestran que la profesionalización de la gestión, la inclusión de expertos y la combinación de tradición con modernidad son las claves para la longevidad empresarial. La clave no está en evitar los cambios, sino en adaptarse a ellos sin perder la esencia.
Si una junta directiva no aporta valor, su existencia se convierte en un obstáculo en lugar de una ventaja. Evitar estos errores es el primer paso para construir una empresa familiar sólida, resiliente y preparada para los desafíos del futuro.
“El liderazgo en una empresa familiar no se hereda, se construye con visión y disciplina.”
No hay comentarios:
Publicar un comentario